viernes, 17 de julio de 2020

Jilgueros y silvestrismo

Con la llegada de las estaciones cálidas, comienza también la temporada de cría de la mayoría de nuestras especies de aves. Estas se ponen sus mejores galas para intentar impresionar al sexo opuesto, demostrar que son un buen partido y perpetuar la especie.
En esto una especie destaca, por la belleza de su plumaje y por su melodioso y elaborado canto, hablamos del Jilguero (Carduelis carduelis), también llamado colorín y siete colores.
Y es precisamente el hipnotismo que despiertan estos rasgos lo que lo pone en el punto de mira de silvestristas, que con artes tan antiguas como ilegales están acabando con la especie en libertad, para disfrutar de su llanto entre rejas como quien disfruta del mar oyendo una caracola…

Ser llamativo como síntoma de salud
Cuando nos adentramos en el mundo de las aves, nos damos cuenta que en la mayoría de las especies durante el periodo de cría los machos se vuelven llamativos en plumaje, con colores vivos, crestas animadas o ribetes pomposos, y que muchos además acompañan su atuendo con melodiosos cantos o arrullos. Esto no es casual, pues la competencia es numerosa, y se entra en el juego de la conquista, en el cual tienes que convencer a la hembra de que eres el ejemplar más apto para proporcionarle descendencia, y para ello te engalanas, demostrando salud, fortaleza y adultez, así como demuestras la potencia de tu canto, con baladas de amor que pretenden encandilarla.

En una situación natural equilibrada, los machos más llamativos se reproducirán, engendrando por consiguiente una nueva generación aún más colorida; pero en la realidad antrópica en la que vivimos, esos machos sobradamente preparados, con su tan valiosa carga genética son también anhelo de las personas, por lo que al sacarlos del equilibrado círculo natural conlleva un deterioro genético que está haciendo abundar enfermedades y males entre los ejemplares libres. Una vez más nuestra mano enturbia hasta el agua más clara.



¿Carduelis?
¡Con los taxónomos hemos topado!, frase muy utilizada entre ornitólogos y que hace referencia a los cambios que se van produciendo en la clasificación de las especies, y que se reflejan en sus nombres científicos en latín, a veces confusos e innecesarios, pero otras tan clarificadores con el caso del jilguero.

¿Por qué carduelis?, simplemente por la alimentación de este fringílido, que siente predilección por la flor de los cardos, de donde extrae cual cirujano las semillas ayudándose de su especializado pico.

Dentro del género carduelis, encontramos otras aves familiares como el Verderón (Carduelis chloris) o el Pardillo (Carduelis cannabina), que a su vez y junto a alguno más, son los conocidos como fringílidos, aves de fuerte pico y melodioso canto.

Silvestrismo y caza furtiva
No he podido evitar dar pinceladas de este párrafo en los anteriores, pero es que todas las características positivas que hacen del jilguero una especie única son también su perdición, y no es más que por la vanidad humana, por ese instinto primario de jugar a ser Dios y tener un pedazo desnaturalizado de vida silvestre en casa.


Os aseguro que no hay nada de amor hacia los animales en quien los quiere poseer alejándolos de la naturaleza y condenándolos a vivir en una jaula en la que van a pasar su vida entera dando saltos entre las dos perchas que le han puesto, pues quien disfruta de las aves las oye en libertad, no le hace falta sentir esa necesidad posesiva y competitiva de tener un pájaro que es tuyo, y que de su canto te apropies para vanagloriarte y suplir alguna carencia demostrándole a los demás “lo bien que canta tu colorín”, como si fuese por ti y no por la misma esencia del ave.

Una pena que el nombre de carduelis pierda todo sentido, porque ese ejemplar ya no saltará de cardo en cardo sacándole las semillas, ahora comerá mijo en rama, alpiste con vitaminas y agua de un bebedero de plástico. Vivirá en un garaje, o una cocina, puede que de vez en cuando se le saque a la ventana, y que nos enfademos si un cernícalo se lo come, como si no fuera nuestra culpa que este en una jaula sin poder escapar. Quizá se lo enseñemos a nuestros nietos, hijos, amigos, diciéndoles “mira que bonitos son los pájaros”, y dándoles el mensaje equivocado de que esa belleza debe estar enlatada, tras unos barrotes, que cuando los niños quieran oír las aves piensen que deben ir a tu casa, donde tienes las jaulas, en lugar de al campo.

¿Os imagináis no entender la playa si no la tienes para ti solo? Que la gente fuera a las costas con un cubo y se llevara parte de la arena y el agua para echarlas en su patio y decir que eso es la playa, que la mía es más bonita que la tuya, y que la natural es miseria que debe ser explotada por nosotros… Difícil imaginar tal bobada, pero si que vamos a secuestrar aves del lugar donde están, donde viven y donde podemos disfrutarlas, para llevárnoslas a casa, decir que son nuestras y que el mío canta mejor que el tuyo porque lo “soleo” mucho… Muy triste.

Y todo esto es tan desastroso que la justicia tuvo que actuar, Europa lleva años sancionando económicamente a España por no controlar la caza de fringílidos, y gracias a eso desde mayo de 2018 está totalmente prohibida esta práctica en nuestro país. Eso ha disminuido bastante la captura, pero sigue habiendo furtivos.



En Melilla es una práctica bastante arraigada, si bien estamos mejor que Marruecos, donde se caza con artes masivas como redes de niebla, o Argelia donde la especie ha desaparecido de sus zonas costeras. Aún así por desgracia es algo habitual ver furtivos en la periferia de la ciudad, en lugares concretos, y que se encuentran hoy bajo vigilancia. Por suerte el SEPRONA de la Guardia Civil, está bastante involucrado con el tema del silvestrismo, y ha denunciado ya a varios furtivos. Me alegra también saber que pese hay que hay un Reglamento de Aves de Melilla, este está algo obsoleto, por lo que los agentes denuncian directamente a la “Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad”, con multas que van desde los 6.000 €. en adelante.

Es una pena tener que multar para que la gente entienda el valor de nuestro patrimonio natural, y no baste con apelar al sentido común y el respeto por nuestro mundo silvestre, pero si esa es la solución, así deberá ser. Tened por seguro que desde SEO/BirdLife Melilla estamos haciendo todo lo posible por acabar con esta lacra de personas que nos roban algo que es de todos, para su disfrute propio.

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