Fenología y clima
Algo de lo que cualquier persona
es consciente es de que hay muchas situaciones que tienen su época del año
concreta, y por eso hay mosquitos en verano, florecen los campos en primavera y
muchos arboles pierden las hojas en invierno. Todos estos elementos marcaban
las estaciones mucho antes de la creación del calendario y hoy en día siguen
trayéndonos ese olor a cambio estacional.
Para las aves esto se magnifica,
y nos recuerdan el verano con el sonido de las golondrinas. Hoy hablaremos
sobre la migración de nuestros emplumados y pondremos en valor la capacidad
para aves de pocos gramos de recorrer cantidades ingentes de kilómetros
empujadas por su instinto migratorio.
¿Qué es la migración? Fenología.
Cuando hablamos de migración en
aves nos referimos a los desplazamientos poblacionales de diferentes especies,
que suelen coordinarse, respetan un ciclo estacional y siguen una ruta concreta
y repetitiva. La finalidad de estas migraciones suele responder a cubrir las
necesidades biológicas del animal, empezando por la disponibilidad de alimento
así como encontrar climas más benévolos donde criar o pasar el invierno.
Y es que cuando hablamos de
migraciones nos aparece la palabra fenología, que no es más que la ciencia que
estudia la repercusión del clima y las estaciones en los diferentes movimientos
realizados por los animales o que desencadenan situaciones naturales como el
florecimiento de las plantas.
Entendido esto hay que aclarar
la distinta fenología de los grupos de aves, pues no todas migran ni lo hacen
de la misma manera. En primer lugar tenemos aves como el gorrión o el mirlo que
son residentes sedentarios, no realizan migración y se establecen fielmente en
un lugar. Por otro lado tenemos migradores de corta distancia, como por ejemplo
especies que realizan desplazamientos de altura, bajando de las altas montañas
hacia las costas en invierno para volver a las cumbres en verano. Y por último
el grupo más llamativo, los migradores de larga distancia, especies que pueden
recorrer miles de kilómetros para llegar a lugares que cumplan las
características necesarias para llevar a cabo, por ejemplo, la cría.
Como curiosidad, el ave que tiene el récord mundial de migración a larga distancia es el Charrán ártico (Sterna paradisaea) que viaja desde el Ártico, donde se encuentra su área de reproducción en verano, hasta el Antártico para alimentarse en invierno. Esta distancia supone 80.000 km cada año, distancia que recorre sin detenerse.
Charrán ártico (Sterna paradisaea)
Tipos de migraciones de larga distancia.
Aunque hay especies peculiares
con alguna variación, principalmente encontramos dos movimientos migratorios a
lo largo del año. En primer lugar se produce un desplazamiento hacia las zonas
de cría (primavera-verano), suele ser hacia el norte buscando huir de los
calores sureños y aprovechar el incipiente florecimiento de vida de zonas más
templadas. A este desplazamiento lo denominamos Migración prenupcial.
Permanecerán en esos lugares hasta finales de verano o principios del otoño,
que será cuando lleven a cabo la Migración postnupcial, por la que
abandonan sus zonas de cría para volver al sur, a pasar los meses fríos en sus
cuarteles de invierno, zonas con temperaturas más amables en esta época y que
le siguen brindando disponibilidad de alimento, entre otras cosas.
Estos desplazamientos se repiten
año tras año, aunque diferentes cambios, muchos de ellos ocasionados por el
hombre, están haciendo variar ligeramente la migración e algunas especies. Para
esto es importante que se haga ciencia ciudadana, y que todo aquel que quiera
aportar luz al tema se informe del programa MIGRES de SEO /BirdLife, por el
cual se aportan datos sobre especies, lugares y época, confeccionando así un
mapa cada vez más actualizado sobre las migraciones actuales.
Paleártico occidental, ¿dónde se van de
vacaciones nuestras aves?
Cuando hablamos de Paleártico
occidental, nos referimos al ambiente que conforman Europa y el norte de
África, y este es fluido, en cuanto a que gracias a las migraciones de las que
estamos hablando no nos encontramos nichos herméticos de los que las aves no se
mueven, si no movimientos a lo largo del mismo, por lo que las aves que vemos
hoy serán diferentes a las que veremos dentro de seis meses.
En nuestra zona tenemos
variabilidad en cuanto a lugares de cría y cuarteles de invernada, pudiendo
estas localizaciones llegar más al sur o al norte dependiendo de la especie,
pero si nos centramos en la Península Ibérica y nuestra ciudad, podemos hacernos
un mapa mental más o menos correcto. Las especies que hemos tenido con nosotros
criando a lo largo del verano, realizarán la migración postnupcial, esta les
llevará al sur, de hecho gran cantidad de las especies son las llamadas
trans-saharianas, es decir, sus cuarteles de invernada se encuentran más allá
del Sáhara, en zonas como Gambia o Senegal o incluso al sur del continente
africano, con un clima más que agradable para la estación fría.
Pero eso no quiere decir que
durante el invierno nos quedemos huérfanos de pajarillos, pues las aves que por
el contrario están criando en latitudes más septentrionales como países
nórdicos o las islas británicas, realizarán su propia migración y muchas de
ellas se dejaran convencer por nuestro clima para pasar el invierno en España y
la costa norte de África. Empezaremos a escuchar el trompeteo de grullas
sobrevolándonos o las lanzadas de alcatraces en el mar.
Todo esto hace que observar aves
nunca sea una tarea tediosa, pues es un ambiente cambiante y nunca sabes cuando
te va a sorprender un pajarillo llegado del recóndito norte o del abrasador
desierto africano.
Melilla, autopista migratoria.
Nuestra ciudad tiene una
posición privilegiada en cuanto a la migración de aves, si bien Ceuta es, junto
al Campo de Gibraltar, el lugar de peregrinaje de todo friki de la migración
pues por su cercanía entre continentes es la vía principal de paso de aves,
sobre todo rapaces que aprovechan las corrientes térmicas del estrecho para
planear cruzando las columnas de Hércules. Aún así Melilla también cumple con
algunos requisitos para ser una autentica autopista migratoria, y eso se entiende con el hándicap
que supone el Mediterráneo, ya que cruzarlo es una odisea para aves como un
mosquitero por debajo de los 10 gramos de peso. En esto juega a nuestro favor
ese gran brazo de tierra con el que contamos, el Cabo Tres Forcas es una pista
de despegue (hacia el norte) y de aterrizaje (para los que viene hacia el sur)
estupenda, que llama la atención cual faro encendido a muchas especies de aves
que se agolpan en nuestro territorio armándose de valor y reservas para dar el
salto, o que llegan agotadas y deciden descansar en nuestra ciudad y su
periferia.
Además contamos con la isla de
Alborán, que da nombre a nuestro trozo de Mediterráneo, y que está a media
distancia entre Almería y Melilla, haciendo las veces de área de descanso para
las aves que deciden cruzar por aquí, permitiendo aumentar indudablemente el
éxito de esta ruta.
Como veis es importante entender
como funcionan las aves para comprender que lo que hacemos, bien o mal, no solo
afecta a nuestro entorno más cercano, pues son las mismas aves que ahora crían
en el norte del continente Europeo las que esperamos con ansia que nos visiten
este invierno, por lo que nuestra fauna depende directamente también de como se
cuide de ella en otros lugares. Demos ejemplo y convirtamos Melilla en una
ciudad amable con el medio ambiente, pues sin duda nos beneficiará a todos.
Francisco J. Pérez
Ruiz
Coordinador de la
Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) en Melilla
Artículo publicado en el periódico local "El Faro de Melilla", el 16 de agosto de 2020, como parte de una colaboración bimensual.