< Colaboración con "El Faro de Melilla" (10/05/2020) >
Que sería de nuestros paseos por el campo o por los
diferentes parques de la ciudad sin oír ese fondo de cantos de aves tan
característico, que aunque muchas veces no seamos conscientes del mismo, si no
estuviera lo notaríamos. Pues uno de las responsables de dicha sonata es el
Herrerillo africano (Parus teneriffae) en concreto la subespecie local ultramarinus,
un pequeño pájaro perteneciente al grupo de los páridos, aves rechonchas y
vivarachas, que viven en zonas arboladas y anidan en cavidades.
Su nombre en latín teneriffae nos transporta las
islas Canarias, donde esta especie tiene diversos reductos con subespecies
diferenciadas, siendo la que tenemos en Melilla y todo el norte de África la
más numerosa. Conozcamos hoy mejor a este curioso y simpático pajarillo.
Herrerillo Africano. © Marcos Sánchez |
Especie recientemente reconocida
El mundo de la ornitología tiene su intríngulis más
allá del simple conocimiento de las aves, y muchas veces pasa por encontrar especies
afines o algunas que se pensaban la misma y resultan no serlo, y es aquí donde
entran los taxónomos y genetistas. Pues esto afectó de lleno a nuestro
herrerillo, considerado subespecie del peninsular, el Herrerillo común (Cyanistes
caeruleus) hasta hace bien poco, pero las diferencias morfológicas, de las
que hablaremos luego, y sobre todo la incontestable genética levantaron el muro
de la diferenciación, demostrando que una vez más Darwin y su libro “El
origen de las especies” es una obra atemporal y aplicable a descubrimientos
modernos, y la separación marcada por nuestro mar Mediterráneo sin duda termina
moldeando la vida a un lado y al otro del estrecho.
Morfológicamente los herrerillos destacan por ser
aves de pequeño porte, redonditas, con un ínfimo pico, un antifaz
característico y con dos colores que destacan, el amarillo del pecho y el azul
cobalto de la espalda; este azul en las aves peninsulares se extiende al píleo,
es decir, la boina o copete sobre su cabeza, que sin embargo es muy oscura casi
negra en nuestros herrerillos locales. Además los africanos son algo más
pequeños de tamaño, y como era de esperar “hablan otro dialecto” pues su
reclamo es ligeramente diferente al de su primo europeo.
Lo que sí que permanece sin diferencias entre ambas
especies es su comportamiento, nervioso y atrevido, muy territorial, entrando
en peleas constantes con sus congéneres, y desde el prisma humano se nos
presenta como un ave alegre y curioso, que nos revoloteará a cierta distancia,
observándonos descaradamente mientras aletea nervioso dejándonos claro que
estamos en su casa y que aún tiene que decidir si somos bienvenidos.
Herrerillo Africano alimentándose. © Miguel González |
Nuestro aliado, insecticida natural
Una de las cosas que definen un ave es su
alimentación, en el caso de los páridos se basa tanto en semillas y frutos como
en insectos, dependiendo de la época del año y sus necesidades. El herrerillo
se encuentra ahora (primavera) en época de cría, y concentra sus esfuerzos en
cazar mosquitos o pequeños gusanos para aportar las proteínas necesarias a su
prole que aseguren su correcto desarrollo. Esto lo convierte en un gran aliado
humano, pues nos encontramos también en el periodo anual de afloramiento de
pequeñas plagas como los mosquitos, tan importantes en la pirámide alimentaria
de muchos animales pero tan molestos para nosotros. Si observamos a un
herrerillo afanado en sus labores, veremos que es voraz atrapando sin descanso
estos pequeños insectos, lo que lo convierten, con permiso de las golondrinas,
aviones y vencejos, en un tremendo insecticida ecológico, lo que además le
otorga protección, como a todas las aves insectívoras, quedando prohibida su
captura o destrucción de sus nidos.
De hecho en Melilla tuve la suerte de “aliarme” con
estos pequeños emplumados, así como otro pájaro similar, el Carbonero común (Parus
major), en un proyecto de repoblación de cajas-nido para estas especies, y
que tenían como finalidad, además de fomentar el número de estas aves en la
ciudad, la lucha contra la temida Procesionaria del Pino (Thaumetopoea
pityocampa), esa famosa oruga que forma sus grandes sacos de seda,
albergando cientos de ejemplares, que produce una urticaria que puede ser grave
en alérgicos y resulta mortal para animales de compañía como los perros, y
forma las famosas hileras defensivas que en verano vemos en nuestros paseos por
la periferia de la ciudad, sobre todo en los Pinares de Rotrogordo. Pues bien,
estos pequeños pájaros son depredadores de dicha oruga, controlando la
población y evitando que esta se convierta en plaga, por lo que aumentar el
número de páridos también nos devolvería el equilibrio que se perdió en el
momento en el que nuestro parque periurbano se convirtió en un monocultivo de
pinos. Para que veáis lo importante que pueden llegar a ser un ave de 14
gramos.
Herrerillo Africano entre el carrizo. © Juan Garzón |
La pandemia que se avecina
Se que en los tiempos que corren oír la palabra
pandemia nos pone los pelos de punta, estamos viviendo uno de los momentos más
críticos de la historia, aunque empieza a verse la luz al final del túnel. Pero
sin entrar en el tema del Coronavirus, resulta que las aves tienen el suyo
propio, se trata de una infección bacteriana que acaba de rebrotar en Alemania
y países limítrofes y afecta a los páridos, habiendo infectado el último mes a
unos 40.000 herrerillos, de los que al menos 17.000 han muerto. Se trata de la
bacteria Suttonella ornithocola, que causa severos problemas
respiratorios, dificultad para abrir los ojos y problemas para emprender el
vuelo; finalmente provoca neumonía a las aves, que presentaban pulmones oscuros
y edemas. No hay evidencias de que la enfermedad pueda transmitirse a los
humanos.
En España se están dando algunos casos en Cataluña y
como medidas que podemos tomar conviene prestar atención a comederos
artificiales frecuentados por estas aves y, en el caso de ver algún ejemplar
enfermo, retirar dicho comedero pues es punto de reunión y foco de contagio
para los demás pájaros.
Esperemos que la enfermedad sea rápidamente
controlada y que podamos seguir disfrutando durante mucho tiempo de esta
especie tan nuestra, que nos alegra en nuestras salidas al campo, que nos ayuda
a controlar plagas dañinas y que representa como nadie la fauna avícola de
Melilla.